Una de las duras realidades que deben enfrentar los niños, niñas y adolescentes que viven en residencia es al cumplir la mayoría de edad, ya que ante la ley, ya son adultos, por lo que el sistema de protección no garantiza su cuidado quedando sujeto condiciones difíciles de alcanzar y
con el dilema de un futuro incierto.
Son pocos los y las jóvenes que se encuentran en el sistema de protección, que cuentan con el nivel educacional completo al cumplir los 18 años, la mayoría tiene un rezago importante que dificulta dar continuidad a los estudios superiores, que facilita un desarrollo laboral con mayores
oportunidades.
A pesar que Fundamor prepara para la vida independiente responsable y autónoma, no tenemos la certeza de que las oportunidades sean justas con ellos en el futuro. La brecha de aprendizaje hace que sea mucho más difícil la inclusión social y la preparación para el desarrollo integral en la vida de un joven egresado de las residencias contempla factores de riesgo asociados a su contexto.
Tanto el Consejo de la Fundación como el equipo de residencia en conjunto con la dirección, han buscado la forma de diseñar un programa de acompañamiento a los niños, niñas y sus familias en para cuando egresan del programa. Algunos de ellos son mayores de 18 años y hay otro grupo
significativo que egresa antes.
El propósito del proyecto Más allá del Rastro, es conocer y acompañar el tránsito a la vida autónoma estableciendo un plan de apoyo voluntario de acuerdo a un levantamiento de necesidades. Este plan se coordina con las redes locales y otros espacios que propicien su bienestar. Este trabajo se realiza acompañado de una red de “Compañeros de Ruta”, con un compromiso a largo plazo que sostenga y apoye los procesos que cada egresado requiera.
El problema es multicausal, multiestructural y multidimesional y de eso nos vamos a hacer cargo.
A través de este proyecto, la sociedad civil tiene la oportunidad de aportar en la vida de un niño, niña o adolescente que en su trayectoria sufrió una grave vulneración, que ha crecido alejado temporalmente de su familia y que desde su egreso requiere continuar con andamiajes para lograr que las distintas dimensiones del desarrollo humano se integren de manera efectiva.
Para formular el proyecto desde sus cimientos, se incorporó al equipo Dominga Larraín, psicóloga, que será la encargada hacer el catastro de los jóvenes egresados de la fundación en los últimos años y el levantamiento de sus necesidades. Dominga tendrá el gran desafío de darle forma al
proyecto y forjar las primeras alianzas estratégicas con empresas, municipios, fundaciones y comunidades, respetando la territorialidad, potenciando y fortaleciendo redes existentes y buscando las que sean fundamentales para las familias.
“Muchas veces el problema es que ambos actores no se conocen pero tiene un enorme potencial juntos, es ahí, donde seremos el puente de conexión”
Para Dominga las oportunidades están pero hay que abrir el camino y mostrarlas, el criterio de seguimiento no es fijo, sino que individual y personalizado poniendo el foco al acompañamiento emocional y social. “Hay veces que tanto la búsqueda como el primer trabajo es altamente
estresante y emocionalmente desafiante y estar acompañado es clave.
A lo anterior se suma el foco que hoy apunta a mejorar la preparación de los que están por egresar o apoyar las carencias de los que ya están fuera del sistema. Trabajamos con un presupuesto acotado y un radio de acción limitado por lo que es fundamental seguir contando con el apoyo de
los colaboradores permanentes dela fundación.
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